Efesios 1: 1-18 “Por esta causa
también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor
para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo
memoria de vosotros en mis oraciones, para
que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de
sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de
vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha
llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos”.
En esta nueva oportunidad hablaremos
acerca de este poderoso pasaje de biblia, en el cual nos refiere que Dios puede
dotarnos de un espíritu de sabiduría e inteligencia espiritual que, a
diferencia de cuando no le conocíamos, no podíamos ver ni entender, ya que no
teníamos fe y por lo tanto no se nos había imputado. Es por ello que cuando una
persona asiste por primera vez a la iglesia, la palabra que se predica o las
cosas que allí se hacen pueden parecerle locas y hasta aburridas, pero no
porque ello sea así, sino porque aún no le ha sido revelado la sabiduría e
inteligencia espiritual para comprenderlas.
El versículo 15 de este mismo
capítulo nos reseña dos cosas muy importantes para recibir la revelación de
Cristo y de su iglesia como son la fe en el Señor Jesucristo y el amor para con
todos los santos. El primero habla de colocar toda nuestra confianza en Jesús y
en todas las cosas maravillosas que él puede hacer en nosotros. Es sencillo, es
tener fe en el Señor Jesucristo. El segundo punto habla que debemos amar a
todos los santos sin importar diferencias ni a que denominación pertenezca, el
amor debe ser genuino y sin fingimiento por los hermanos aun y cuando no
pertenezcan a tu misma iglesia, esto también incluye el amor por el servicio en
la iglesia.
La porción citada de la Biblia nos
habla de ser alumbrados los ojos de nuestro entendimiento, aquí puede
entenderse que aparte de nuestros ojos físicos tenemos ojos espirituales que
nos dan la habilidad de ver las cosas en el espíritu y es por ello que debemos
desear que nos sea revelado el espíritu de sabiduría para poder ver mas allá de
lo que nuestros ojos físicos pueden ver; no tenerlos representa un peligro, ya que un creyente que no puede ver
con sus ojos espirituales no podrá ver la bendición, la justicia, la santidad
ni aun el propósito y el llamado que Dios tiene para él. Dios es el único que
puede alumbrar los ojos de nuestro entendimiento para ver salud donde hay
enfermedad, prosperidad donde hay pobreza, y mas allá, para visualizar las
maquinaciones del diablo y así destruir
sus obras. Cuando no han sido alumbrados los ojos de tu entendimiento estarás
ciego y lo que podrás ver son las obras que hace satanás y no las que hace Dios en ti. Él nos alumbra
los ojos de nuestro entendimiento para
que conozcamos cual es la esperanza a la cual
nos ha llamado, porque no nos llamo Dios a angustia, tristezas, desanimo
o desesperación, él nos llamo a esperanza porque la esperanza nunca te dejará
avergonzado.
En el versículo 14 podemos notar que
Dios ha adquirido una posesión y estos somos nosotros quienes hemos creído, y
aunque aun somos atacados, pasamos pruebas, problemas y circunstancias llegará
el día cuando Dios mismo libere totalmente a su pueblo. Entonces, ¿Qué debemos
hacer nosotros que ya han sido alumbrados los ojos de
nuestro entendimiento? No desmayamos, ni nos apartarnos del camino del Señor
sino tenemos esperanza y aguardamos hasta que seamos totalmente liberados,
bendecidos, sanos, prosperados y tengamos victoria en todas las áreas de
nuestras vidas.
Finalmente efesios 1:19-20 nos habla
que hay un poder que hay para nosotros y es el mismo poder que operó en Cristo
resucitándole de los muertos y este poder también puede operar en ti
levantándote de la enfermedad, del fracaso, de la miseria, problema
matrimonial, o situación económica .
La iglesia en Cristo está totalmente
completa y ese es el deseo de Dios, que vivamos a plenitud, que tengamos
victoria en nuestro matrimonio, con nuestros hijos, en nuestra economía pero
para eso debemos permitir que Dios alumbre los ojos de nuestro entendimiento
para que lleguemos a conocer todas las cosas buenas que Dios nos ha concedido.