La sanidad es un
beneficio que Dios nos ha dado por su gracia, amor y misericordia. Todo creyente puede declarar sanidad sobre su propio cuerpo; entendiendo
que es la voluntad de Dios que seamos libres de toda enfermedad. Este asunto de
sanidad no se me ocurrió a mí, esto es
asunto de Dios; si detallamos la biblia nos damos cuenta que está llena de
promesas de sanidad para ti y para mí; por ejemplo, Isaías 53 nos reseña: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades,
y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de
Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros
curados”.
Es necesario que
entendamos que la voluntad de Dios es
sanarnos y que potencialmente toda la
raza humana está sana por las llagas de Cristo, solo hay que demandar esa sanidad en oración, ya que no se nos imputa hasta que creemos en Jesucristo
y en su poder para sanarnos, es por ello que
cuando recibimos a Jesús como salvador,
juntamente con él recibimos al sanador.
Tú debes creer
que ninguna enfermedad es más grande y poderosa que el nombre de Jesús, porque
Dios le ha dado a su hijo un nombre sobre todo nombre, él es el mismo ayer hoy
y por los siglos de los siglos, el mismo que abrió el mar rojo es el que quiere
sanarte y librarte de todo padecimiento que ha traído Satanás a tu vida para
robarte la paz y el gozo; porque no solo necesitamos que Dios nos redima de
todo malestar, dolor y sufrimiento, sino que nos mantenga sanos y libres de
toda aflicción de Satanás.
La sanidad es una
herencia de Jehová para sus hijos, tú puedes revelarte contra la enfermedad y
declararte libre de todo ataque diabólico, nunca olvides que Dios es un Dios de
vida y de milagros, que busca tu bienestar, porque te ama. No importa cuánto tú
hayas pecado y cuanto le hayas fallado a Dios, si vuelves tu corazón y en humildad te presentas delante de él,
creyendo en el sacrificio de la sangre de Cristo y en el poder de sus llagas, y
haces esta sencilla oración: “Señor Jesús,
yo sé que no me lo merezco, yo vengo a ti, no en lo bueno ni en lo malo
que haya hecho, sino en la autoridad de tu sangre para que me libres de todo
azote de enfermedad” , seguramente él escuchará tu oración y cumplirá el deseo
de tu corazón, porque la sanidad es un regalo de la gracia de Dios.
Dios te bendiga.
Pastor Richard Rodríguez