Hoy, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a la luz
de la palabra de Dios y bajo la inspiración del Espíritu Santo, fui dirigido a traerte
una revelación liberadora y muy responsable sobre lo que la Santa Cena representa
para tu vida como creyente. La Santa Cena del Señor es una celebración de
bendición y liberación, instituida para nosotros los que formamos parte del
pueblo de Dios y cada vez que participamos de ella tenemos una poderosa y
gloriosa oportunidad de ponernos a cuentas con él.
Cuando el Señor Jesucristo nos proveyó de la Santa Cena
lo hizo con la intención de que no perdiéramos la comunión con él, pues, sabía
perfectamente que en nuestra debilidad podríamos olvidar sus bondades, fallarle
y alejarnos de
él. Su propósito
al recordarnos su sacrificio fue mantener viva nuestra esperanza, para que nos
apartáramos del pecado y pudiéramos mirar hacia el futuro contemplando su gloria sin
condenación alguna. Y aunque él Señor Jesús utilizó solo dos sencillos
elementos como representación simbólica en esta celebración, el pan que
representa su cuerpo y el vino que representa
su sangre, no debes menospreciarla ni acercarte a su mesa como si se
tratara de un rito, por el contrario debes hacerlo en memoria de él, en su
honor y por amor, respetando estos elementos instituidos como representación de
su muerte.
Como creyente no sientas temor al tomar la santa cena, por
creer que no reúnes méritos o que no estás bien con Dios, todo lo contrario,
hazlo de manera gozosa ya que con ella se nos ha brindado una nueva oportunidad
de obtener victoria sobre el pecado. Al participar de ella miramos una vez más la
cruz del calvario y recordamos la muerte de Jesucristo, nuestro Salvador, por
el pecado del mundo. Y a su vez renovamos nuestra comunión con Dios, el no tomarla equivaldría a
decirle al Señor que no hemos creído en su sacrificio.
La biblia en 1 Corintios 11:27 nos enseña “que cualquiera
que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado
del cuerpo y de la sangre del Señor”. Y tal vez te preguntarás ¿De qué manera
soy indigno de participar de la Cena del Señor? pudiera sucederte que esta
celebración se haya vuelto un ritual para ti y vengas a la mesa en pecado y sin
arrepentirte o que tomes con apatía el significado del pan y del vino,
olvidando el enorme precio que nuestro Salvador pagó en la cruz del calvario.
En otro caso podrías creerte con suficientes
méritos para tomarla, sabiendo que el único digno es el Señor. Pero es
importante que sepas, que sea cual sea tu situación, debes tomarla con un
corazón contrito y humillado, entendiendo que es su gracia y su misericordia la
que te hace digno, ya que te es atribuido por el acto de amor que tuvo Cristo
en la cruz.
Participar dignamente no te habla de ser perfectos para
poder hacerlo, sino de participar buscando la perfección en Dios, reconociendo
nuestra condición de debilidad y pidiéndole ayuda para evitar ser juzgados por
el mundo y no ser acusados por satanás. El apóstol Pablo en 1corintios 11:28,
nos invita a examinarnos a nosotros mismos antes de comer del pan y beber del
vino, en este sentido cuando vengan pensamientos de condenación a tu vida
rechazalos, porque al juzgarnos a nosotros mismos nos despojamos de lo que no
conviene y desagrada a Dios.
Por consiguiente, no le demos lugar a la duda en nuestra mente ni en
nuestro corazón, estemos conscientes que satanás procurará dañar y destruir por
todos los medios nuestra comunión con Dios y enviará argumentos para lograr su
objetivo, si
no usa el pecado usará entonces el temor religioso. Amado lector, te invito a que nos gocémonos
en el Señor Jesucristo por haber considerado en su gracia nuestra necesidad y
haber preparado una mesa, como un acto de amor en el cual podemos presentarnos para
ser restaurados y recibir fortaleza, paz, sanidad espiritual y física,
gozo y victoria.
¡Se bendecido! Dios te corone de favores y misericordias.
Pastor Richard Rodríguez.