martes, 26 de febrero de 2013


En esta oportunidad, mi deseo es que se desprendan de todo lo que ocupe el primer lugar en sus corazones que no sea Cristo y puedan llegar al lugar de destino que Dios tiene preparado para cada uno.

En la palabra del Señor tenemos muchos ejemplos de personas que pagaron un alto precio por conocer a Jesús. En estos tiempos con una mayor revelación podemos ver gente que reciben la salvación, quieren los beneficios, pero no han permitido que Cristo se revele a sus vidas, por el hecho de querer vivir  sin renunciar a esas cosas que le impiden tener una nueva experiencia con Dios.

En el libro de Filipenses, capítulo 3, el apóstol Pablo  hace una declaración impactante: “…pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, a fin de conocerle, llegando a ser semejante a él en su muerte, olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. 

Pablo en un tiempo creía que estaba ganando, pensaba que estaba haciendo las cosas bien e iba por buen camino, pero cuando se encuentra con Jesús se da cuenta que estaba desenfocado y decide renunciar a cosas que no necesariamente eran malas, pero que le impedían conocer la excelencia de Jesús, le impedían tener una experiencia real y genuina con Cristo.  De igual modo tú nunca avanzarás en tu vida espiritual y secular a menos que decidas reconocer que muchas veces estás perdiendo el tiempo en cosas que no son eternas.

Es fácil renunciar a lo que no te agrada ¿pero qué si te gusta?¿Estás dispuesto a dejarlas?. Muchas personas quieren a Jesús como su salvador, quieren que él les cambie el matrimonio, los hijos, la mala situación financiera, pero no lo quieren como su Señor, no quieren que les enseñe a conducirse y a renunciar a cosas que traen del mundo.

Dios promete en su palabra que el que pierda su vida por causa de él la hallará. Él siempre tiene algo más para ti, atrévete a pagar el precio de conocerle verdaderamente; caminando en santidad e integridad, manteniendo una comunión íntima con Jesús, para que tu vida sea transformada por completo ¿Estás dispuesto?.                                                                                                                     

¡Dios te bendiga! Pastor Richard Rodríguez.

lunes, 4 de febrero de 2013


Delante de Dios no hay cosa alguna que podamos hacer por nuestras propias obras para ganar la salvación, por eso el evangelio no es para condenar a  las personas o enviarlas al infierno sino para demostrarle a todo aquel que no tiene a Cristo su condición de pecado. No importa si una persona es pagana, moralista o religiosa, el propósito del evangelio es llevarla a comprender que su salvación está en Cristo y no en su propia justicia.

La biblia nos enseña en Romanos capítulo 3,  que en el mundo no hay justo ni aun uno y que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Dios, además, dice que ha sido justificado gratuitamente mediante su gracia por la redención en Jesucristo. Ahora, por el sacrificio de Jesús, Dios no está enojado contigo y puedes acercarte a él con confianza.
Todo ser humano necesita a Jesús; indicando esto que no importa que una persona sea buena o que diga que lo entiende todo, esto se trata de que si alguien no tiene a Jesús no ha hecho nada bueno y por más bonitos que sean sus pensamientos y sus palabras, sólo hablará muerte, pero si ha creído en Cristo,  se manifestará  en ella la ley de la fe y será justificada delante de Dios.

Dios en su bondad utilizo la ley para que reconozcas que eres un pecador y  no trates de agradarle por tus propias fuerzas, es decir, la ley es instrumento para conducirte al arrepentimiento de tus pecados y una vez que hagas esto se manifestará en ti la justicia de Dios por medio de la fe en Cristo.  A partir de aquí tu vida no dependerá de tus propios esfuerzos ni se basará en tus errores, sino en la obra de justicia que Cristo hizo por ti en la cruz del calvario.

Apreciado amigo, no dependas de lo que puedas hacer ni te jactes pensado que eres perfecto por tus buenas obras, porque según la justicia de los hombres ser perfecto es no tener errores, pero en la justicia de Dios ser perfecto es reconocer tus defectos para que entonces puedas cambiar y salir del pecado por la gracia y la justicia de Dios.

¡Dios te bendiga!    Pastor Richard Rodríguez