Una de las cosas que debemos cuidar como creyentes, son los frutos que damos. Los frutos son las acciones y actitudes de una persona. La realidad es que a nadie le gusta que le examinen el fruto que está dando, ya que mediante estos se manifiesta lo que realmente hay en el corazón de cada ser humano. Por tal razón la gente no puede escudarse al decir cosas como por ejemplo “él único que conoce mi corazón es Dios”, cosa que no es cierta, eso es sólo un pretexto para no reconocer en este caso las fallas; siempre recuerda que tus actitudes, palabras y manera de comportarte en tu quehacer diario, también sacan a la luz lo que hay en tu corazón. Jesucristo nos enseña en Mateo 7:16: Por sus frutos los conoceréis.
Dios tiene un plan maravilloso para nosotros, pero para que se cumpla en nuestras vidas es necesario dar buenos frutos. Uno de los peores errores que podemos cometer es querer crecer y surgir sin buscar antes una intimidad con Dios; tú puedes ser un adorador y poseer una gran voz para cantar, nada malo con esto, debido a que la gente puede conocerte rápidamente y puedes alcanzar mucha altura, pero si esto sucede sin haber desarrollado primero una relación con Dios, no podrás resistir la tentación cuando se te presente, porque todo lo que brota rápido no tiene raíz y es de corta duración. Procura tener una vida profunda en Dios para que puedas permanecer firme y no caigas.
Proponte buscar a Dios a pesar de ti mismo y comienza a dar esos frutos que Él esta esperando de ti, corta con todo aquello que impida que tu vida avance en Dios; esos deseos de hacer lo malo y todo pensamiento podrido sácalo de ti, la biblia nos enseña en Isaías 55:7: Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Nunca el Señor permitirá que su viña se llene de cizaña y espinos; él limpiara su era. No quiero que con este mensaje tú te llenes de miedo y temor; sino todo lo contrario, que te llenes de amor hacia Dios, porque Él te ama. Recuerda siempre que él es bueno pero no tan bueno como para perdonar al que no se haya arrepentido de sus pecados o para alcahuetear al que quiere hacer lo malo. Muchas personas dicen que el amor más parecido al de Dios es el de la madre, cosa que es mentira, porque la madre es alcahueta, ¡Dios es justicia!. Madre que lees esto, enseña a tus hijos a dar buenos frutos por medio de la palabra de Dios.
Es importante que tú seas lo que eres y no que modeles y finjas una vida que no tienes; prosigue a dar buenos frutos para Dios y pégate a la buena sabia y a la raíz que es Cristo, no andes con todo el mundo y no se trata de hacer excepción de personas, sino que hay muchas personas con espíritus contrarios a la voluntad de Dios que pueden afectarte y dañar tu espíritu.
Mi deseo con este mensaje es que tú comiences a dar buenos frutos, porque cuando lleguemos al cielo nos preguntarán ¿qué dimos?, no que hicimos. Examínate y pregúntate en tu quehacer diario, en la casa, trabajo y oficina: ¿qué frutos estoy dando?, y no en la iglesia, porque allí es fácil dar frutos. Rehúsate a ser de corta duración, en Dios tú puedes echar raíces profundas y permanecer firme sin importar las circunstancias que vengan a tu vida. La mejor manera de dar frutos es soltando tus malos deseos y sacando el ojo, el oído y la mente de lo que no conviene. Y recuerda siempre que el Fruto es el resultado de la raíz, lo que está afuera es producto de lo que está adentro. ¡Dios te Bendiga!. Pastor Richard Rodríguez.