martes, 7 de agosto de 2012



Si prestas atención a este mensaje, estoy seguro que bendecirá mucho tu vida y podrás comprender como influye el estado de tu corazón  en todo lo que haces, las decisiones que tomas, las circunstancias que atraviesas;  posiblemente anheles que Dios cambie  tu vida,  pero esta transformación solo será posible cuando tomes conciencia del estado de tu corazón. 

El corazón, en la biblia, es comparado con  la tierra, la palabra es la semilla y el sembrador es el predicador. En Mateo 13,  Jesús hace referencia a la parábola del sembrador: “Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar”. Después que Jesús habla la parábola es muy interesante observar cuando dice: “el que tenga oídos para oír que oiga” esto se debe a que todo tiene que ver con el oír. Hay personas que oyen lo que les conviene oír, de ellos la biblia dice que oyen pesadamente; existen otros que les molesta oír, en el libro de Hebreos, se hace referencia a estos, diciendo que no podían tolerar lo que oían. También hay gente que tiene el  corazón tan dañado que no hay forma que puedan ser corregidos o enseñados. Cuando  el corazón está dañado, siempre va a atacar a la semilla o al sembrador, pero nunca a su propio corazón  (la tierra), y es posible que al recibir la palabra o la corrección de un hombre de Dios, lo primero que pienses es: “la semilla es la que está mal”, “el sembrador  es el que está mal”, y puedes hasta decir “El pastor no debió decírmelo de esa manera”. Y concluyes “el pastor me ofendió”, pero nunca te pasa por la mente que no fue él el que te ofendió, sino que tú te ofendiste, una cosa es que te ofendan y otra es que tú te ofendas, una cosa es que te maltraten y otra cosa es que tú estés maltratado

Que tremendo que cuando Jesús explico la parábola del sembrador había mucha gente y todos oyeron, pero luego separó a sus discípulos y les explico la palabra, porque Jesús se tomaba el tiempo para explicarle la palabra a aquellos  que él sabía que la iban  a oír. Cuando alguien oye la palabra del reino y no la entiende,  viene el malo  (satanás) y arrebata lo que se ha sembrado en su corazón, esto es porque cayó junto al camino;  por ejemplo: En un terreno cuando alguien pasa muy seguido por el mismo lugar se abre un camino, y la tierra, producto de las pisadas, se endurece de tal forma que ya no crece más la hierba ni ninguna planta; por esta razón no puedes permitir que tu corazón sea un camino, donde el diablo entre y lo pisotee, por donde pase el afán de la vida, la filosofía humana, los criterios personales, la falsa humildad, el amor propio, el orgullo, la auto justicia,  la queja, la murmuración,  hay personas cuyos corazones se han  endurecido  a tal punto que la semilla no puede penetrar, Cuida que tu corazón no sea un camino sino una casa donde Jesús  habite ampliamente.

También podemos ver casos de personas que nunca más fueron felices porque fracasaron en un área de su vida, por ejemplo en el matrimonio fracasaron con su pareja y luego se cierran hasta el  punto, que  endurecen  su corazón  y no permiten que la palabra de Dios penetre en sus vidas. Por otra parte satanás es especialista en enviar caminantes que pasen una y otra vez por nuestro corazón, con el propósito de endurecerlo y hacerlo insensible a la voz de Dios. Cuando no se cree la palabra, se es incrédulo, cuando una persona es incrédula  tiene el corazón malo y cuando el corazón esta malo, se aparta del Dios vivo, del pastor y de la iglesia. La palabra de Dios dice que debemos hacer barbecho en nuestros corazones,  como cuando agarramos una planta y cavamos alrededor de ella, para que la tierra se ablande y el agua pueda penetrar hasta la raíz y de esta forma ser alimentada la planta. En este sentido cuando tú corazón está limpio puedes tener la certeza de que estas arraigado en Dios y siempre vas a estar alimentado espiritualmente, por lo tanto todas las áreas de tu vida tienen que funcionar. Tú tienes que sacar de raíz todo afán,  todo engaño de tu vida y limpiar el terreno, que es tu corazón, el problema es que mucha gente quiere recibir la  semilla sin quitar la basura que ya estaba sembrada y cuando van a la iglesia el pastor siembra la palabra, pero no pueden dar frutos porque la tierra está sucia o endurecida.

Quizás te preguntarás: ¿Cómo puedo saber qué tipo de terreno soy? Por el fruto que das, toda semilla que es sembrada en buena tierra tiene que dar buen fruto, porque cuando el sembrador es bueno, la tierra es buena y la semilla es buena,  el fruto tiene que ser bueno. Cuando tu corazón es buena tierra, oye la palabra, la  entiendes, da buen fruto y produce al ciento, al sesenta  y al treinta por uno. ¿Qué estas produciendo tú? Ira, contienda, envidia, celos o estas produciendo amor, paz, gozo, benignidad, mansedumbre, fe, paciencia, tolerancia.  Es por eso querido amigo, que debes cuidar el estado de tu corazón. ¡Dios te bendiga!. Pastor Richard Rodríguez

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