viernes, 31 de mayo de 2013



La sanidad es un beneficio que Dios nos ha dado por su gracia, amor  y misericordia.  Todo creyente puede declarar  sanidad sobre su propio cuerpo; entendiendo que es la voluntad de Dios que seamos libres de toda enfermedad. Este asunto de sanidad no se me ocurrió  a mí, esto es asunto de Dios; si detallamos la biblia nos damos cuenta que está llena de promesas de sanidad para ti y para mí; por ejemplo, Isaías 53 nos reseña: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”.

Es necesario que entendamos que la voluntad  de Dios es sanarnos y que potencialmente  toda la raza humana está sana por las llagas de Cristo, solo  hay que demandar esa sanidad en oración,  ya que no se nos imputa hasta que creemos en Jesucristo y en su poder para sanarnos, es por ello que  cuando recibimos a Jesús como salvador,  juntamente con él recibimos al sanador. 

Tú debes creer que ninguna enfermedad es más grande y poderosa que el nombre de Jesús, porque Dios le ha dado a su hijo un nombre sobre todo nombre, él es el mismo ayer hoy y por los siglos de los siglos, el mismo que abrió el mar rojo es el que quiere sanarte y librarte de todo padecimiento que ha traído Satanás a tu vida para robarte la paz y el gozo; porque no solo necesitamos que Dios nos redima de todo malestar, dolor y sufrimiento, sino que nos mantenga sanos y libres de toda aflicción de Satanás.  

La sanidad es una herencia de Jehová para sus hijos, tú puedes revelarte contra la enfermedad y declararte libre de todo ataque diabólico, nunca olvides que Dios es un Dios de vida y de milagros, que busca tu bienestar, porque te ama. No importa cuánto tú hayas pecado y cuanto le hayas fallado a Dios, si vuelves tu corazón  y en humildad te presentas delante de él, creyendo en el sacrificio de la sangre de Cristo y en el poder de sus llagas, y haces esta sencilla oración: “Señor Jesús,  yo sé que no me lo merezco, yo vengo a ti, no en lo bueno ni en lo malo que haya hecho, sino en la autoridad de tu sangre para que me libres de todo azote de enfermedad” , seguramente él escuchará tu oración y cumplirá el deseo de tu corazón, porque la sanidad es un regalo de la gracia de Dios. 

Dios te bendiga. Pastor Richard Rodríguez

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