jueves, 26 de junio de 2014




Hoy en día nuestra humanidad está enfrentando una gran realidad donde muchas vidas están enmarcadas por tiempos difíciles. En la actualidad la condición de muchas personas es una precaria vida espiritual donde la obstinación, el mal carácter, la pornografía, la infidelidad y la lascivia son algunos de los problemas y crisis que diariamente persiguen a toda la sociedad, lo que nos demuestra claramente cómo Satanás ha llevado a muchos a sentirse cargados, desesperados y agobiados ante tal situación.

En el evangelio según San Mateo 15:21, nos encontramos con la historia de una mujer cananea que tuvo una fe poderosa porque derribo todos los obstáculos que se encontró. Ésta historia dice que ella buscaba un milagro para la vida de su hija, que estaba siendo gravemente atormentada por un demonio; esto no era cualquier cosa, ella necesitaba un milagro y estaba convencida que Jesús era el único que la podía ayudar. Lo que puedo ver allí es que esta mujer había escuchado de los milagros que hacía Jesús y aun sabiendo que por ser cananea estos beneficios no le pertenecían, se atrevió a desafiar un sistema religioso que se le oponía, además de los insultos, el maltrato y no siendo esto suficiente la negativa de la boca del mismo Jesús.

Esto nos indica que a esta mujer no la detuvieron los complejos doctrinales y siguió insistiendo, demostrando así una fe agresiva que alcanzó y arrebató lo que su corazón deseaba. Quizás tú que estás leyendo este escrito y has conocido a Jesús como tu Señor, tengas alguna dificultad muy grande, llámese enfermedad incurable, problemas matrimoniales o problemas económicos fuertes, hoy puedas tomar la actitud desafiante e inquebrantable de esta mujer como un ejemplo para conquistar por medio de la fe tu milagro, es mi esperanza que desarrolles una fe violenta, una fe profunda, una fe arrojada y agresiva, que puedas perseverar y no desistir hasta que veas tu milagro realizado.

Si quieres desarrollar una fe violenta ora a Dios con fervor, no desmayes, no importa lo que tú puedas ver o tocar, sigue creyendo porque él que cree siempre cree.

¡Dios te bendiga! Pastor Richard Rodríguez.

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